Les gustaba jugar, incluso jugar con sus propias vidas. Seducían con naturalidad a todos aquellos con los que se cruzaban y se parecían mucho el uno al otro en numerosos aspectos. Una sola frase, la dedicatoria del primer libro que publicó Capa, con fotos de
Unos meses antes, esta mujer, bella y menuda, había escrito: "Tengo 25 años y sé que esta guerra es el fin de una parte de mi vida, el fin tal vez de mi juventud. A veces me parece que con ella terminará también la juventud del mundo. La guerra de España nos ha hecho algo a todos. Ya no somos los mismos: el tiempo en el que vivimos está tan lleno de cambios que es difícil reconocerse en cómo éramos todos nosotros hace apenas dos años. No me puedo ni imaginar lo que queda por venir"
Lo que estaba a punto de llegar era la II Guerra Mundial. No hay duda de que Capa fue el mejor fotógrafo de aquel conflicto un día se le acabó la partida, cuando en la tarde del jueves 25 de mayo de 1954 pisó una mina en Indochina. Mostraba la naturaleza de la guerra como nadie lo había hecho antes y reflejaba una enorme simpatía por los seres humanos en todo tipo de circunstancias, y dejó también una leyenda que durante mucho tiempo seguirá inspirando a otros fotógrafos.
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