LA ROMANIZACIÓN
La presencia romana en la península Ibérica se
prolongó desde finales del siglo III a.C.,
momento en que se inició la conquista, hasta principios del siglo V d.C. Durante este tiempo,
Hispania fue una provincia más de un imperio que abarcaba todas las tierras que
baña el Mediterráneo. El concepto de romanización
se refiere a la asimilación por parte de los pueblos de la península de las
formas culturales romanas (económicas, sociales, lingüísticas, religiosas,
artísticas, etc.). Implica por una parte la desaparición de ciertos elementos
culturales autóctonos y, por otra, su transformación y reorganización. No tuvo
un carácter uniforme, varió según las zonas y según las épocas. Se produjo
lentamente. Las ciudades jugaron un papel fundamental en la asimilación e
introducción de las nuevas formas culturales. Por otra parte, La desaparición
de las formas autóctonas no fue completa, subsistiendo largo tiempo en algunas
zonas.
- DIVISIÓN ADMINISTRATIVA
-
En
El año 197 a. C. los romanos crearon
la primera división administrativa en Hispania. Las dos provincias, la Citerior y la Ulterior estaban gobernadas cada una por un pretor. La Hispania
Citerior comprendía la región oriental de la Península Ibérica hasta el Sur de
Cartago Nova (Valle del Ebro y franja mediterránea), mientras que la Hispania
Ulterior abarcaba los territorios situados al Sur de Sierra Morena (Andalucía,
Valle del Guadalquivir)). Sus capitales residían en Tarraco y Cartago Nova respectivamente.
-
Cuando
Augusto conquistó la zona
septentrional, realizó una nueva división administrativa (27 a. C.). Dividió la Hispania Ulterior en dos: Baetica y Lusitania
. La 3ª provincia se llamó Tarraconense.
Las capitales fueron Tarraco, Córduba y Emérita Augusta.
-
En
tiempos de Diocleciano (finales del siglo III) quedó dividida en seis
provincias: Gallaecia, Tarraconense,
Bética, Lusitania, Cartaginense y Mauritania Tingitania (norte de África).
- URBANIZACIÓN
La
expansión de la vida urbana fue un factor determinante de romanización. Existía
ya en el sur y en el este con características semejantes a las romanas. En la
Meseta había comenzado a surgir de forma incipiente y rudimentaria.
Precisamente en el sur y en el este la conquista fue más rápida y sencilla y la
asimilación de las instituciones políticas, la lengua y la cultura se llevó a
cabo con mayor rapidez. Los romanos contribuyeron activamente a la expansión de
la vida urbana, bien haciendo repartos de tierra entre indígenas y
organizándolos en ciudades, bien estableciendo núcleos de población romanos.
Las ciudades indígenas adoptaron las formas de estar organizadas las ciudades
romanas y se convirtieron en municipios. Estaban unidas por una excelente red
de calzadas que las comunicaba entre
sí y con el resto del imperio; entre las más importantes cabe destacar la Vía Augusta que desde Andalucía
recorría el Levante y atravesaba los Pirineos para llegar a Roma, La Vía de la Plata, que unía Emerita
Augusta (Mérida) con Astutica Augusta (Astorga), y la Vía Transversal, que unía Emerita con Caesar Augusta (Zaragoza).
Las ciudades eran gobernadas por un Consejo
(Curia) . Al principio no todas las ciudades tenían los mismos derechos.
Aquellas que se habían opuesto a la dominación romana, la mayoría, debían pagar
más impuestos que las que habían sido aliadas de Roma . A finales del siglo I
se concedió el derecho latino (más
restringido que el derecho romano) a todas las ciudades de Hispania, y en el
siglo III, el emperador Caracalla les otorgó el derecho de ciudadanía romana, con lo que todas las personas libres del imperio
gozaron de los mismos derechos.
- ECONOMÍA
Los
romanos extrajeron de la Península el mayor número de riquezas posible. La
península proporcionaba fundamentalmente 2 tipos de riqueza: los metales (oro y
plata) y los esclavos. Por regla general, se vendía como esclavos a los
habitantes de las ciudades que habían mostrado resistencia. La esclavización en
masa de algunas poblaciones dio lugar a que a veces la población prefiriera
suicidarse a rendirse. Las tierras conquistadas pertenecían al pueblo romano (ager publicus) y su propiedad la
detentaba el estado. Estas tierras eran repartidas entre colonos, soldados e
indígenas y el resto eran arrendadas por el estado (aunque con el tiempo se
convertían en propiedad privada). Llegaron a formarse grandes latifundios que
se organizaron en villas (grandes explotaciones agropecuarias trabajadas por
esclavos y cuya producción se dedicaba a la exportación). Hispania era una de
las principales regiones productoras de cereales. En la producción de aceite
destacó la Bética, que era considerado el de mejor calidad, después del aceite
de Italia. En el cultivo de la vid destacó la Bética y Cataluña, siendo el vino
hispano muy alabado por los romanos. También fue importante el cultivo del
esparto en el S.E .Los romanos desarrollaron los regadíos, que se conocían
desde la edad del bronce. La ganadería llegó a ser tan importante o más que la
agricultura en algunas regiones, sobre todo en la Meseta, destacando la ovina.
La explotación minera fue una de las actividades más lucrativas. Hispania era
famosa en la antigüedad por su abundancia en metales: oro en Sierra Morena y el
N. O. (Las Médulas, León), plata (Cartagena, Sierra Morena y N.O.), cobre (Rio
Tinto), plomo, estaño. La mayor parte de las materias primas se exportaba a Italia.
En las ciudades se desarrolló la artesanía: armas, tejidos, alfarería, vidrio,
salazones, “garum”… Gran parte de la producción se exportaba a Roma. Otra de
las fuentes de riqueza importantes fueron los esclavos. Su empleo como fuerza
de trabajo y el negocio de compra-venta hicieron de ellos una fuente de riqueza
fundamental.
Roma
impuso sus estructuras económicas: formación de latifundios, propiedad privada
de la tierra, uso de mano de obra esclava, la ciudad como centro de producción
y de intercambio de mercancías, y el uso de la moneda. El comercio se benefició
de las calzadas, de las vías fluviales y de la existencia de buenos puertos
marítimos.
- SOCIEDAD
La
sociedad se dividía en 2 grandes grupos. Los no libres: los esclavos liberados o libertos y los esclavos,
considerados propiedad de sus amos. Estos últimos eran la base de la economía y
se empleaban sobretodo en agricultura y en las minas, aunque también en labores
artesanales y domésticas. Muchos de ellos eran prisioneros de guerra o cautivos
de revueltas. Existía un importante tráfico de compraventa de esclavos. En
cuanto a los hombres libres había
diferentes niveles según origen y riqueza: el orden senatorial se nutría de la aristocracia romana y los ricos
propietarios. Eran la minoría dirigente. Por debajo se hallaba la burguesía acomodada, procedente en su
mayoría de la aristocracia de los pueblos sometidos. Muchos de los cargos de la
administración local y provincial estaban en sus manos. Por debajo se situaba
la plebe, que estaba integrada por
pequeños artesanos, campesinos con pequeñas propiedades, etc.
- LEGADO CULTURAL
Progresivamente
Hispania fue asimilando las formas culturales romanas. Durante la República la latinización no fue completa, aunque el
latín era la lengua oficial, las lenguas indígenas pervivieron a nivel
coloquial. El bilingüismo de las monedas prueba este hecho. A partir del
Imperio, las inscripciones funerarias muestran una mayor introducción del
latín. El latín pervivió tras la caída del Imperio y fue la base sobre la que
se formaron las posteriores lenguas romances peninsulares (castellano, gallego,
catalán y portugués). También se extendió el uso del Derecho romano, que regulaba tanto las relaciones privadas como las
instituciones políticas y su funcionamiento. Roma nos ha legado su sistema
jurídico ya que mantiene parte de su vigencia en el derecho actual de
occidente. Hispania fue cuna de intelectuales
como Séneca, Quintiliano y Marcial, y de emperadores como Trajano, Adriano y
Teodosio. El patrimonio artístico romano
y las obras públicas que se
conservan en la península es ingente: murallas (Lugo) , foros, templos,
acueductos (Segovia), puentes (Alcántara), teatros(Mérida), anfiteatros
(Itálica), circos, calzadas, arcos de triunfo (Bará, Medinaceli)
- RELIGIÓN
En
principio se practicó la tolerancia con los cultos indígenas, dándose un
sincretismo a cambio del respeto al culto del emperador. Era obligatorio dar
culto a la Tríada Capitolina que simbolizaba la autoridad de Roma (Júpiter,
Juno y Minerva). En la época imperial se introdujo el cristianismo en Hispania,
y puede decirse que a partir del siglo III estaba ya consolidado. Con
Constantino (Edicto de Milán 313) pasó a ser legal y con Teodosio (S. IV d. C.)
pasó a ser la religión oficial y se prohibieron otros cultos.
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